8. Maghera Cross (UK) – Cairnryan (UK)

Nada más abrir los ojos, se abrió también un espectáculo panorámico ante nosotros con las ruinas del Castillo de Dunluce, el mayor vestigio medieval de toda Irlanda del Norte en este magnífico emplazamiento mirando hacia el otro lado del parking:



Hay sitios en los que te acuestas pensando que son bonitos y con la luz del sol son una castaña, y otros como éste en los que piensas que estás en un simple aparcamiento de carretera y amaneces así de gozoso.

El viento fuerte no nos impidió acercarnos hasta la curiosa formación geológica llamada Calzada de los Gigantes. Resulta que en una erupción volcánica sucedida hace 60 millones de años, se crearon por enfriamiento del basalto unas cuarenta mil columnas como éstas, la mayoría con una curiosa cristalización hexagonal (también las hay de 4, 5, 7 y 8 lados).



La formación va sumergiéndose en el mar progresivamente como si se tratara de una carretera adoquinada.





Es un lugar bien protegido, que exige dar un buen paseo hasta llegar a él desde el aparcamiento, y está bien acondicionado.

En el supermercado Safeway de Coleraine, retrocediendo un poco por la carretera A2, reponemos vacíos en nuestra intendencia. Luego, en un enlace de la nacional A26 que lleva a la capital, a la altura de Ballymena, nos paramos a comer a una hora en la que los oriundos ya estarían preparando la cena.

Cuando hubimos aparcado en uno de esos estacionamientos disuasorios que por toda Europa se han dado en llamar P+R (para que la gente deje allí el coche y tome el transporte público al centro), y que resultó ser gratuito a esa hora del atardecer, Belfast nos quedó a tiro de una con las bicis rodando por una ciudad sin apenas tráfico. Y eso que era lunes.

Reivindicaciones políticas por doquier, algunas con genio artístico...



Un encanto de lugar. Buenos locales, buen ambiente, buen humor. Gente maja la de esta urbe portuaria, abierta, tolerante, muy fresca... Nos gustó.

Y también con atracciones bonitas. Vimos, entre otras cosas, el City Hall,





la Catedral protestante



y el puerto, que es muy activo,



y donde me gustó mucho por su minimalismo esta pérgola que luego he tratado de imitar en la terraza de casa para hacer un pequeño cenador.





Por allí cerca estaban las oficinas de la naviera Stena Line.

Y, ni cortos ni perezosos, sacamos en hora valle el billete a la isla de Gran Bretaña y en un corto trayecto que duró apenas dos horas estuvimos atracados en la localidad escocesa de Stranraer, en una profunda bahía protegida del Canal del Norte.

El ferry era moderno y confortable. Tan valle era la hora que apenas íbamos cuatro gatos: todo vacío. ¿Quién viaja entre islas un lunes a las tres de la mañana?



Cuando atracamos al amanecer, su gemelo del trayecto contrario ofrecía de lejos este aspecto:



Con mucho sueño atrasado, avanzamos un poco fuera de la zona aduanera y nos dormimos a las seis de la madrugada, con esa luz norteña plomiza, en Cairnryan.



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