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Hicimos la compra en el Sabeco de Fraga y repostamos en la gasolinera de la salida de Zaragoza, hacia donde proseguimos con algún alto para comer en Pina de Ebro. Allí los hombrecillos verdes® estaban, con modales Rambo, interceptando un turismo en el peaje.

Sin detenernos en la Caesaraugusta romana, volvimos hacia el Norte. Esta vez hasta Pamplona, donde echamos unas risas con la gente que conocemos. Muy bien rematado ha quedado el aparcamiento subterráneo de la plaza del Castillo. Y las meriendas en la pastelería Belagua de la calle Estafeta siguen como acostumbran. Nos gusta volver allí.

Como la noche acompaña, recorremos el valle de Berastegui a ratos por la autovía A15 y a ratos por las carreteras locales, como la que lleva a Areso.

Al final acabamos en San Sebastián, con la inmensidad del Cantábrico en las ventanas, aparcados en el Paseo Nuevo, a los pies del monte Urgull.