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En cuanto hicimos la colada pusimos proa hacia Kassel. Pero nada más ver los logos de su IKEA nos metimos como sonámbulos a ver novedades. Si creéis que todas las tiendas son iguales… acertáis a medias. Aunque sólo sea en las comidas, ya hay cosas diferentes. Por cierto, la Lasaña de brócoli estaba de rechupete.

Gris, aséptica, ordenadamente industrial. Alemana simplemente. Así es la ciudad vista desde el mirador de Hércules. En el LIDL de al lado nos aprovisionamos para continuar hacia Hannover, la ciudad de las ferias y exposiciones por excelencia.



La verdad es que el día había tenido mucha carretera y pocos atractivos. Así es que nos acostamos no muy tarde en el aparcamiento libre del Zoológico que está en medio de un frondoso bosque que, a la sazón, tenía la carretera cortada en un punto. Lo cual nos benefició para no tener ruidos de tráfico durante la madrugada y parte de la mañana.