Ir a la etapa número: 1| 2| 3| 4| 5| 6| 7| 8| 9| 10| 11| 12| 13| 14| 15| 16| 17| 18| 19| 20| 21| 22| 23| 24| 25| 26| 27



14



Los jardineros que cuidaban del aparcamiento nos despertaron con la serenata de sus cortadoras de césped. Y además nos llamaron la atención, unos instantes antes de abandonar el lugar, porque teníamos el motor encendido más de dos o tres minutos mientras nos preparábamos…

Nos dieron en la oficina de turismo, plantada en medio de la zona de merenderos, unos planos de la ciudad e informaciones muy útiles para sacarle provecho a la visita.

El impacto de tanta conciencia medioambiental nos hizo olvidar un pequeño detalle: cerrar bien el cofre portaequipajes antes de arrancar. Donde, además de los maletines de plástico con la impedimenta, iba la fruta fresca.

Menos mal que unos centenares de metros después del pasar el carril de aceleración de la autopista, un coche que nos seguía nos avisó… pero para entonces el arcén sueco estaba ya sembrado de nuestros melocotones y naranjas y otros objetos que tuve que recoger apresuradamente… antes de que siguieran rodando por la calzada… ¡qué situación!

Después dimos un buen paseo panorámico con el coche por los alrededores de la ciudad: Vimos el auditorio Scandinavium donde se celebró la XXX edición del Festival de la Canción de Eurovisión. Allí mandaron a Paloma San Basilio con su tema La fiesta terminó, que quedó en un triste 14º lugar.

Y luego decidimos aparcar para movernos con las bicis en un lugar que nos pareció seguro: al lado de la garita de enclavamientos del final de la playa de vías de la estación de ferrocarril. El ferroviario estaba dentro y su coche aparcado debajo. ¿Qué mejor lugar, aunque un poco solitario?

El malogrado Mc Donalds del complejo comercial Norden todavía tenía las huellas de la batalla campal del 15 de junio en sus cristaleras. Pero estaba funcionando. Así es que allí malcomimos y, helados en mano, fuimos recorriendo las bonitas calles del centro.

Cuando volvimos de nuevo al apartado extremo de la estación (> Ver el lugar exacto en Google Maps), el coche y su funcionario ya no estaban. El nuestro también estaba. Es como si fuera el de la izquierda de estos cuatro.



Por suerte intacto. Pero justo en el de al lado dos tíos estaban hurgando en el maletero de un tercer vehículo sacando pequeños objetos del interior de entre los revestimientos de moqueta, herramientas y alguna bolsa. Estaban muy afanados en ello cuando sigilosamente nuestras bicis llegaron al lugar, pasado el mediodía.

Ellos ni se inmutaron. Eran profesionales. Siguieron desvalijando. Luego se fueron caminando tranquilamente con todo el botín dejando el coche sin cerrar. ¡Madre mía!, ¡qué cerca lo tuvimos!

Dudamos si avisar a la policía y tal. Pero ¿quién explica todo eso en sueco o en mal inglés? ¿Quién pierde medio día de vacaciones en algo que ni siquiera sabes si te va a salpicar de algún modo?

–Mejor vámonos por si acaso– fue la solución final.

La tarde que pudo haber transcurrido declarando como buenos ciudadanos en una comisaría, la pasamos en el IKEA local. ¿Qué mejor IKEA que uno de Suecia? Por allí, en una gasolinera y en un supermercado cercanos nos acabamos de gastar las coronas que nos quedaban y, de nuevo a través del costoso puente que une Malmö con Dinamarca, nos plantamos otra vez en Copenhague.

Como el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, en un barrio de la capital, después de utilizar una gasolinera en la que un coche con matrícula de Málaga pasaba por el autolavado, al salir y dar una curva de 90º, otra vez un melón (que quedó para el arrastre) y varios objetos más se salieron del cofre mal cerrado y quedaron esparcidos por la calle. ¿Podéis ver el estupor en nuestras avergonzadas caras? Esto sólo nos pasa a nosotros… ¡qué bochorno!

Igual que pasa en la Gran Vía de Madrid, donde se inauguró en 1981 el primer Mc Donalds (en el tramo entre Callao y Pza. España), en Copenhague tienen también el restaurante decano del país. Allí cenamos y retrocedimos después de pasar otro rato por la urbe hacia Odense. Unos 80 km antes de llegar, nos acostamos.