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Una de las marcas de distribución a precio ventajoso en esta zona es la cadena Migros, que estaba justo enfrente de donde habíamos dormido. Os podéis figurar dónde nos acomodamos a desayunar (aunque casi era mediodía) al ver una humeante cafetería-obrador de bollos recién horneados al entrar al complejo.

Allí mismo hicimos la compra grande de alimentación, llamamos al agente de seguros para dar parte del siniestro del aparcamiento de Barcelona y, finalmente, junto a LIDL, lavamos a conciencia los bajos de la furgo para retirar la sal de la carretera. Creo que es muy importante para alargar la vida del recubrimiento anticorrosión hacer esto con regularidad cuando se circula en invierno.

En Anemasse nos sirvió un centro de bricolaje para jardinería (aquí los llaman Garden Center) para coger unas mangueras apropiadas para hacer más cómodos los vaciados del WC químico, como se explicó en el foro en este brico.

Tras el control rutinario en la aduana, compramos la pegatina de 2005 para circular por las autopistas (la vignette) y guardamos la Marco Polo en el bien situado parking cubierto ginebrino de Villereuse. El centro de la ciudad que vió nacer a Jean-Jacques Rousseau está plagado de cosas originales como este suelo de adoquines luminosos con saludos en los idiomas más variopintos,





o bonitas tiendas de decoración sólo para sueldos helvéticos.



Cenamos en el coche y enseguida enfilamos la autopista A1 hasta el área de serivico de Deittingen-Norte, que es la primera pasada la circunvación de Berna. Como habíamos hecho los deberes por el camino (repostar fluídos y deshacernos de las aguas grises y negras), pues dormimos como cuando llegas de una caminata por el monte: ponerse en horizontal y fundirse el fusible, todo a la vez.

De vecinos de sueño, una California con matrícula rusa.