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Hecha la compra en el súper y lavado y repostado el vehículo, lo primero que llama la atención a la puerta de la fábrica a las nueve de la mañana es la inmensa campa donde se acumulan las unidades ya listas para ser devueltas a los concesionarios que las encargaron.

–Ahí debió de estar la nuestra– pensamos como quien vuelve al colegio de su infancia para recorrer las viejas aulas…

Al fondo las Marco Polo. En primer plano las James Cook.



Entramos tímidamente por la puerta de empleados y en las primeras oficinas nos hacemos entender en inglés con una amable recepcionista que nos emplaza para dos horas después.

–La visita (exclusiva para nosotros dos) será a las once.

Un botones de dieciocho años justos, serio, responsable, con pecas en la cara y un correctísimo inglés modulado en voz grave, nos mete en su Mercedes Vaneo (el feísimo modelo, de catastróficas ventas en España) y nos da una vuelta por los alrededores. La fábrica ocupa muchas manzanas y está dividida en varias secciones.

El plano de toda la zona y otros detalles ya se explicaron en este hilo, que podéis repasar.

Nuestro interés, sobre todo, era aprovechar ese tiempo para escudriñar el Centro de Clientes (Kundencenter),



donde se exponen todos los accesorios en directo y se puede comprar con toda simplicidad cualquier referencia. O aclarar esa duda infernal sobre la que en nuestra ciudad nadie ha oído hablar.

Que quieres, por ejemplo, cortinas de ducha para el portón trasero… allí las tienen. Hechas y listas para ver o comprar.

Comprobamos con vergüenza ajena que las alfombrillas para toda la parte del maletero de la Marco Polo que en varias Mercedes nos habían dicho que ¡no existían!, aquí simplemente las cogieron de la primera estantería del almacén y las probamos perfectamente en la furgo.

El mismo chaval nos condujo de nuevo en plan taxi hasta la planta principal y allí ya nos esperaba un abuelete alemán de inglés mejorable que empezó directamente a enseñarnos la factoría.

En cuanto salimos de la oficina de recepción, donde como sillones de sala de espera hay –atención– ¡el asiento-cama de la Marco Polo! sobre un soporte que imita los carriles del suelo, lo primero que vimos fue una cola de Vianos recién traídos de Vitoria con todo hecho menos lo que ellos iban a carrozar. Curioso ver así las furgos.

Por supuesto, nada de fotos. Ni con el móvil ni nada. Imposible hacer la pirula. Lo siento. No hubo picaresca que valiera.

La cadena de montaje se divide en estaciones. En cada una se monta un grupo de sistemas y cada varios minutos la fila avanza hasta el siguiente estadio.

Apilados a los costados hay cajas de componentes que van entrando por puertas laterales mediante los modos logísticos Just-in-time (JIT) y Just-in-sequence (JIS), de forma que haya siempre lo necesario para instalar perfectamente todos los opcionales que la furgoneta concreta que se está montando en cada estación requiera por sus códigos de pedido.

Impresionante.

Fotos en color de los principales defectos enviados por los clientes o descubiertos por los operarios (humedades, roturas, fugas, pandeos…) cuelgan en los carteles de anuncios de cada operario para ser evitados en el futuro y perfeccionar el ensamblaje. ¡Qué gente más metódica!

Es alucinante cómo un robot coge todo el conjunto de muebles ropero-nevera-fregadero de una sola pieza y lo mete en el habitáculo haciendo giros imposibles.

Microfilmé con la retina todo lo que pude de lo que se ve por detrás de los muebles antes de entrar en el vehículo para poder saber cómo van instaladas las cosas. Porque me esperan muchas intervenciones por ahí dentro… No tuve la suerte de disponer de estas fotos que se pusieron por el Foro con las tripas de los de la California T5 a la vista.



Nos encantó ver los moldes de madera del techo elevable donde un fino chorrito de fibra de vidrio líquida va conformando la silueta final. Todo artesanal.

El encargado de la estación que monta los bajos del asiento del copiloto nos regaló unas impresiones con las funciones de los cinco fusibles que en ningún concesionario (por supuesto, no vienen en las instrucciones) nos habían sabido aclarar. Resulta que son los de los encendedores piezoeléctricos de los fogones (1 y 2) y del cargador de baterías (3 al 5)



Otro tanto gozamos en las cadenas de la Ford Nugget y de la Sprinter James Cook, (verdaderamente enormes) aunque con menos intensidad porque no eran nuestros modelos.

Tras otra pasada por el Kundencenter para recoger unos catálogos, camino de Düsseldorf, comimos en un área de la autopista con el techo levantado, para más tarde empezar recorriendo los barrios periféricos y finalmente acomodarnos en la ciudad en un aparcamiento cuyo vigilante hablaba bastante bien la lengua de Cervantes.

Cenar en el Nordsee local, golosinear en otro Starbucks Coffee y pulsar el buen ambientillo que había por las calles,





fue lo siguiente antes de recorrer el Hofgarten y salir hacia el Sur. No había tiempo que perder.

En Aquisgrán (Aachen), donde la nochebuena del año 800 fue coronado por el papa León III el Emperador Carlomagno, cuyos restos se custodian tras estos muros,



no hicimos más que un corto reconocimiento de las zonas peatonales del centro y volver a sacar el Viano del aparcamiento. Lo programado era alcanzar la histórica villa de Maastrich, ya en Holanda.

Allí, después de mucho buscar, porque no es fácil, encontramos una esquina rodeada de setos en la urbanización Amby.