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Es celebérrima esta pequeña estación balnearia, además de por el Casino y las pistas, por la piscina cuadrada altomedieval, llamada de los Leprosos por sus propiedades curativas (Bassin des Ladres), que queda a 20 m de la carretera, desde donde puede verse siempre a gente, sobre todo esquiadores, con los pies metidos, especialmente en invierno, en las aguas sulfurosas medicinales que surgen a 77ºC, las más cálidas de la cordillera.

Pues allí que los metimos nosotros también. No somos los de la foto.





La peña no es masoca. Por eso, aunque la surgencia del manantial, por la esquina Suroeste, sale como para cocer macarrones, el público se sienta por la parte opuesta del graderío. Y da un gustito…

Como andábamos mal de tiempo y ya conocíamos los caballos salvajes del puerto del Pas de la Casa, entramos en Andorra por el nada económico túnel d’Envalira, echamos gasolina en Soldeu y lavamos el coche en Encamp. Finalmente nos resguardamos en la parte para vehículos grandes del parking municipal del hipermoderno balneario de Caldea,



en Escaldes-Engordany, la segunda ciudad del principado.

Mientras la gente, sobre todo parejitas muy jóvenes (ahora está de moda ir de balnearios) se solazan en los jacuzzi colgantes y cada hora en punto comienza un espectáculo de luces y música (momento que recoge la foto desde el restaurante acristalado),



uno puede degustar en el laureado Aquarius (una estrella) cosas como la Pera en texturas o una de las cartas de aguas más pioneras, cuando en España eso era ciencia-ficción.

En la aduana española nos tocó discutir con un número de la Guardia Civil con poca empatía:

–No puede Vd registrar el vehículo porque es autocaravana-vivienda.
–Entonces todos los comandos terroristas y narcotraficantes se comprarían autocaravanas.
–Pues si no lo hacen no será porque no puedan…


Al final, como llevábamos por ahí escondida una cosa que no nos interesaba que viera, le abrimos el portón y se quedó más tranquilo.

Dejada atrás La Seu d’Urgell, en el mirador que hay en las grandes pendientes de Guardiola del Berguedà, con una luna preciosa, regulamos por primera vez la posición de la cama mediante la corrección de la suspensión neumática y nos quedamos fritos.