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La paz nos duró hasta media mañana, cuando sonó un teléfono.
Una visita rápida a Rodez y a Carmaux, donde comimos, nos bastó para esforzarnos un poco más y llegar a Toulouse a pasar la tarde disfrutando primero de brioches y pasteles por la zona de la estación de ferrocarril y después por la tranquilidad de la Île du Ramier, de la que conservamos muy buen recuerdo.
Tomando después la autovía que continúa hacia Tarbes nos avecinamos a los pirineos. Y antes de la desviación que sube a Lourdes nos echamos a descansar.