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Especialmente para los que tenéis mascotas, está pensada esta utilidad para olvidarse durante casi un mes (gatos) o más de quince días (perros) de tener que rellenar comederos y bebederos. Es un interesante extra para instalar en la furgo los que lleváis adaptada la parte de atrás para ellos. Y desde luego para poner en casa, incluso a la intemperie.

Como en tantas otras cosas, los almacenes de material de fontanería y saneamientos son un verdadero arsenal de soluciones.

Si nos fijamos en los clásicos bebederos para jaulas de pájaros



tenemos la idea matriz: un depósito de longitud variable que el animal va desgastando tomando el alimento o la bebida por la parte de abajo. Después se rellena por arriba. Así el producto va rotando.



Extrapolando el concepto a un tubo de 110 mm ø que nos dé una gran capacidad, podemos poner una sección vertical fijada a la pared con dos abrazaderas metálicas. Su parte superior se cierra con un tapón ciego hembra sin encolar que sólo levantaremos para añadir agua o pienso



cuando sean necesarios y que protegerá el contenido de lluvia, polvo y acceso descontrolado del propio usuario.

En la parte inferior del tubo se encola una pieza en forma de Y a favor a 45º hembra-hembra-macho. Precisamente el macho, que queda abajo, se cierra también con otra tapa ciega que apoya en el suelo.

Para evitar que la lluvia estropee el pienso por la boca de suministro inferior,



se pone un tejadillo de metacrilato, PVC u ocumen tratado





y, como en este caso, si hay cuatro tolvas, se dejan las de comida al centro y las de agua a los lados



para que sea más difícil la entrada de agua de hostigo.

Para que los bebederos sean atmosféricos (como los de los canarios), tenemos que terminar los tubos de agua en un pequeño tapón interno de cemento al que, previamente al fraguado (unas 48-72 horas), le habremos introducido un tubito de cobre o similar de muy poca sección (4 mm ø).



Así, la presión del depósito no será capaz de vencer la que ejerce la atmósfera sobre el agua que asoma por la boca de suministro. Y siempre tendrá la misma cantidad de líquido que se repondrá automáticamente según nuestro compañero vaya bebiendo. En el tubo veis por dónde queda el nivel constante de agua.



Es un brico muy sencillo, muy barato y muy cómodo de mantener. En nuestro caso, cuando faltamos un mes de casa, las gatitas comen y beben lo que quieren





y, cuando regresamos, todavía tienen para un par de semanas más. Incluso en verano, sobre todo si está en una esquina a la sombra.

Mayor comodidad, imposible.

Cuando tienen mucho hambre no sacan la cabeza en un buen rato...



así es que, aparte de la solución cutre de taparles un poco la entrada con cinta americana para que tengan que sacar el pienso con la pata,



se podría intercalar en algún punto de la tolva (por ejemplo en la boca por donde comen) una trampilla accionada por un electroimán. Con un programador diario, se puede indicar al mecanismo que se abra diez minutos tres veces al día.

En pocos días, los bichos asociarán el ruidito de la portezuela al abrirse con la hora de comer (parecido al experimento de Paulov).

Sería algo así: el electroimán, cuando le llega corriente procedente de la señal del programador, atrae el mecanismo de la trampilla y la retiene abierta mientras tiene corriente. Al cesar, cae por gravedad basculando sobre su eje y no permite seguir comiendo.





Otra solución es la de este americano genial ... que encima es más guapo que el fulano de Bricomanía...

Un enlace que nos ha encontrado el compañero triti: