Hay ciertas situaciones en las que un calentador portátil a gas nos puede ser muy útil:

– Si no queremos complicarnos la vida instalando uno eléctrico en la furgo: pasamos de dificultades eléctricas y de fontanería dentro de los armarios

– Si queremos improvisar una ducha caliente lejos de la furgo, pero cerca de un surtidor de agua (una playa, el jardín de casa, una fuente apartada...)

– Si no tenemos batería suficiente para calentar agua, o simplemente hay avería en el calentador

– Ese día de mala suerte o desidia en que nuestro proveedor de gasóleo, propano o gas natural nos deja vaciar el depósito de combustible de casa para agua sanitaria en pleno invierno y no tenemos más que agua fría

– Si no nos es suficiente la temperatura del agua que nos proporciona el calentador y/o precalentador eléctricos de la furgo y queremos elevarla aún más.

El principio en el que se basa esta construcción es en que el calor proporcionado por la llama de los hornillos de la cocina de la furgo



o bien por uno portátil puesto sobre una bombona 901



ó 907 de Camping Gaz



es capaz de calentar el agua que circula por un largo serpentín de cobre puesto sobre ella.



Dependiendo de dónde nos interese tomar el calor, allí acercaremos el bloque intercambiador por donde se hará circular el agua. Lo mismo daría incluso que ese lugar fuera la parte más cercana al motor del tubo de escape, como hicimos en su día en el viejo Renault 21 que camperizamos (ver capítulo 16º).



Este modelo de utilidad ya se comercializa a precios nunca menores de los 250 € en algunas tiendas on-line bajo la firma Hot-Tap:







Pero si nos decidimos por hacerlo nosotros mismos, para construir el elemento principal de lo que no es más que un intercambiador de calor, hay que arrollar sobre cualquier tubo metálico firmemente sujetado a un tornillo de banco



aproximadamente veinte metros de tubo de cobre flexible de 6 mm ø exterior de manera que formemos tres estratos de arrollamientos sin solución de continuidad entre ellos. Así concentraremos una gran cantidad de recorrido para el agua en un espacio especialmente pequeño donde va a recibir continuamente calor.





Lo cual siempre ofrece más rendimiento que los serpentines sencillos.



Para que el conjunto serpentín, algo maleable, quede compacto, unitario y rígido, es preciso encapsularlo en un cilindro de hierro dulce que podemos recortar de un tubo de 65 mm ø interior aproximadamente. La longitud escogida han sido 40 cm para que no resulte muy voluminoso el calentador. Unas muescas a cada lado del tubo nos servirán para fijar la salida y entrada del de cobre.

El hecho de que sea de hierro, gran conductor del calor como el cobre, nos proporcionará mejor inercia térmica al aparato: es decir, el agua estará durante muchos segundos circulando dentro de un recinto muy caliente y que tiende a mantenerse caliente por la masa metálica total sometida a calor.

Además, el ennegrecimiento provocado por la llama en el material quedará mucho mejor disimulado que si se aplicara directamente sobre el cobre.







Para rematar por los lados la estructura, empleamos dos tapones incombustibles recortados con caladora y hoja para metales de cualquier chapa de acero. O aluminio, como en este caso. No hay que olvidar prever cuatro pestañas



que nos servirán, una vez dobladas a algo más de 90º y pavonadas con pintura anticalórica,



para que se encajen perfectamente en los extremos empleando una maza de goma.





Acabado el bloque central,



adaptamos los dos extremos del serpentín para que sean capaces de acoplarse a su entrada y salida de agua:

Tanto la manguera que nos traerá el agua desde el grifo



como el flexo de ducha que la llevará caliente a su destino



tienen un racor de rosca de 1/2". En su consecuencia, habrá que instalar en esos extremos sendas piezas macho con esa medida.

Pero como no existe en el mercado ningún enlace que por un lado tenga rosca de 1/2" y por el otro acople para tubo de 6 mm ø, hay que hacer la transición mediante dos tubos intermedios dispuestos telescópicamente gracias a que el interior de un tubo de 8 mm ø tiene un interior de 6 mm ø y, a su vez, un tubo de 10 mm ø lo tiene de 8 mm ø. Y pueden acoplarse los tres unos dentro de otros hasta aumentar el diámetro a 10 mm y poder así ajustarse al racor con rosca.



Esta operación hay que hacerla, como es habitual en fontanería, lijando muy bien los tubos con lana de alambre, limpiandolos con ácido a pincel y soldándolo con hilo de estaño-plata aplicado con un sencillo soplete (desde 18 €) que se acopla a las bombonas 901 ó 907 de Camping Gaz.



Una vez enfriado el trabajo, pintamos también los terminales. Y queda listo todo para su uso inmediato.



En las pruebas hechas posando simplemente el calentador sobre un hornillo simple normal (queda bien equilibrado y sujeto por gravedad),





si se emplea como final un teléfono de ducha de rociado muy fino y con un caudal menor del normal,



como muy bien aventuró club camper, se consiguen unos 31ºC a partir del primer minuto de calentamiento. Lo cual es una temperatura algo baja para un buen confort, pero que puede servirnos perfectamente para muchos usos en verano o entretiempo.



Sin embargo, el triple arrollamiento unido al doble hornillo de la furgo, donde resulta muy cómodo empalmar ambas mangueras y el invento se sostiene de maravilla con la sola forma de las parrillas,





ya es otra cosa: se alcanzan los 35ºC con caudal algo más lento del normal. Que ya es una buena temperatura para una ducha digna.





Tras el uso, dejando circular dos o tres minutos más el agua con los quemadores apagados, el aparato se enfría por sí solo automáticamente y puede guardarse en cualquier hueco de 40 x 12 cm.

No obstante, siempre queda la posibilidad de adaptar esta chapucilla vista por la Red en la que se usa la resistencia de una cafetera eléctrica para producir agua caliente sanitaria.