Decoración recargada: no, gracias.
Hay que ser tolerante con todas las maneras de decorar, incluidas las que detestamos.
Por ejemplo, cómo estropear un motorhome bastante elegante por fuera con un interior recargado:


O cómo poner imitaciones de madera y descabalar la estética de un Viano:


Hay que decir que la decoración pepona es completamente respetable y también lo son todas las personas que pierden la vida por ella. Sobre gustos hay demasiado escrito. Pero yo la considero infumable.
Determinados cerebros de los que no daré más datos, por obvios, para no ser políticamente incorrecto, tienen una tendencia natural a varias cosas:
– Considerar simplona, sin gracia, e incluso con poco mérito todo aquel objeto que carezca de curvas, volutas, retorcimientos y formas abigarradas. Vamos, que lo minimalista es una cagada que no les ha costado nada y que ya podían haberse esmerado. Se oye mucho a algunos clientes en las tiendas de muebles.
– Considerar incompleto, vacío, como de piso de estudiantes, todo paño de pared, muro, valla, estante, cualquier lienzo decorativo... que se encuentre vacío, sin decorar, sin rellenar. Les pasaba mucho a los egipcios antigos y los historiadores del arte lo denominaron Horror uacui (miedo a que esté vacío, sin decorar).
– Considerar como de pobres y sin gusto las tonalidades en las que no haya detalles dorados, marmóreos, con filigrana, con molduras y contramolduras.
En su consecuencia, como hay mucho público de este tipo, los comerciantes se adaptan a ellos y también lo hacen los hoteles de postín, los restaurantes de corte clásico, entre los que se hallan muchos salones de bodas, bautizos y comuniones, y naturalmente los vendedores de telas, porcelana para suelos y paredes, complementos de baño... esos muestrarios pavorosos de tiradores de cajones, picaportes de puertas, estantes imposibles...
Yo, de verdad, que no puedo con las cosas peponas. Lo siento.
Lo primero, por tanto, pedir perdón a todas las personas que gustan de decorar sus furgos con incrustaciones, cortinas de encaje y borlitas colgantes… o cualquier otra especie de adornos clásicos, barrocos y retorcidos. Cada cual tiene sus gustos. El minimalismo gris alemán no es ningún dogma.
Una de las cosas que más nos ha horrorizado desde que tenemos la Marco Polo es esa feísima banda de plástico barnizado


que imita a la conocida raíz de nogal, también disponible en opción para revestir el salpicadero.

El maestro Anacoreta ya hizo su transformación de ese paño revistiéndolo con su decoración favorita en este brico.

Nosotros, aunque lo estábamos deseando, todavía no nos habíamos subido al carro de quitar de nuestra vista esa banda marrón, pero ... hemos descubierto por casualidad que esas piezas van simplemente pegadas y se pueden arrancar perfectamente sin deteriorar nada


empleando un destornillador de vástago largo

con el que forzar el arranque del adhesivo de doble cara que las mantiene fijadas a los muebles.

Sale muy limpiamente. Como mucho hay que retirar con algodón y etanol algún pequeño resto de pegamento con toda facilidad. Y no se roza nada.
En realidad no se trata de un adhesivo de doble cara sino de dos: uno normal en doble banda paralela

y otro textil que es el que verdaderamente une la incrustación a las caras de los armarios.

Precisamente esa película textil, muy parecida a lo que llamamos cinta americana, es la que nos permite no arañar la superficie que vamos a dejar vista, siempre que introduzcamos el destornillador entre ella y las cintas paralelas de doble cara.

Para retirar los adornos de los cajones, es mejor desmontarlos para no forzar los carriles telescópicos

y también para poder seguir despegando los segmentos del frente de la nevera y del armario grande con un buen ángulo de trabajo.


Las piezas que retiremos, podemos guardarlas para volverlas a poner acaso cuando vendamos la furgo,

o bien para pintarlas a pistola de otro tono, o para cualquier otro fin.
Lo cierto es que sin ellas, simplemente, sin necesitad de añadir nada más, queda perfecto para nuestro gusto. Que no tiene por qué ser el de otros.
También, aprovechando que queda una especie de trinchera rehundida donde antes se alojaban estas tiras, podemos pegar otras piezas de acetato o poliestireno de colores o cromados, de venta en almacenes de plásticos.
|