Se dice que para ser una persona completa hay que tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro.

Aunque lo primero se hace en un momento, seguro que hay que tener una buena dosis de vocación que, por ejemplo, a nosotros nos falta. De modo que tendremos que plantar varios árboles o escribir varios libros. Lo del árbol es bastante simple y lo del libro, aunque os pueda parecer lo contrario, no tiene tantas complicaciones.

De eso va este brico. Bueno, es un metabrico, es decir, un brico de cómo se hace un libro de bricos... o lo que los anglosajones llaman el making of, el cómo se hizo...

1. Hacer un montón de bricos, o sea: tener material

En realidad, los culpables habéis sido vosotros por cogerle el gusto. Nosotros sólo hemos ido colgando un poco deslavazadas un montón de ideas sueltas en forma de chapucillas para mejorar nuestras furgos. Luego, como había ya bastantes, las hemos ido recopilando de los foros y lo hemos sistematizado un poco temáticamente en esta web retocando las fotos, repasando los textos,



y mejorando la presentación, las herramientas, los enlaces...



2. Maquetar el material

Como un montón de vosotros pedísteis expresamente que estaría bien refundir todos nuestros bricos en un solo volumen en papel que fuese más manejable, más definitivo... pues, probando primero con el programa profesional para maquetar llamado Quark-X-Press, y viendo después que muchas cosas podían hacerse también con el Word:Mac, nos decidimos a tejerlo con éste.



3. Registrar la obra y prepublicarla

Hace unos años elaboramos una web sobre un tema original, novedoso, cuyos detalles no vienen ahora al caso.

Y a los pocos meses alguien la plagió casi exactamente. Con las mismas frases copiadas y pegadas. Sin ningún pudor. A saco. Los denunciamos, pero el servidor en el que se alojaba se limitó a cerrársela mientras ellos la volvían a abrir en otro diferente. Cuando las denuncias llegaron a la media docena se mudaron a redireccionadores extranjeros... y si no te embarcas en batallas judiciales caras, lentas y casi siempre infructuosas, sólo consigues tener los pies fríos y la cabeza caliente. España es así.

Así es que, si se quiere tener una base sólida sobre la que empezar a trabajar, es mejor registrar y publicar una obra.

Los trámites que hay que hacer son muy económicos y no tienen casi dificultad. Es cuestión de rellenar un montón de impresos y perder un par de mañanas en las oficinas de la Consejería de Cultura de tu comunidad autónoma.

En resumen hay que hacer lo siguiente:

– Regalar en el Registro Provincial de la Propiedad Intelectual un ejemplar del trabajo (vale con llevarlo sacado a impresora) al que le firmaremos la primera y la última hoja y aproximadamente una de cada cinco intermedias en el margen. Tomarán nota de la hora y el minuto de presentación para que conste a efectos de quién llegó primero con la idea. Es algo parecido a las patentes. De ello nos darán un número de registro provisional.

– Pagar una tasa de unos 20 €. Las patentes, en cambio, se suben a muchos ceros más.

– Solicitar un número provisional de Depósito Legal que nos asignarán por riguroso orden de petición y será una especie de matrícula de nuestro futuro libro. Lleva siempre el formato XX.0000-0000, donde lo primero es la abreviatura de la provincia, lo segundo el número de orden y lo tercero el año de solicitud. A nosotros nos asignaron S.2000-2007. A diferencia de las matrículas de coches antiguas, S no significa Cantabria sino Salamanca, porque la letra sola que en las matrículas provinciales quería decir que entre las que comenzaban por la misma era la de más población (Madrid más que laga etc), en temas de libros lo que quiere decir es que en Salamanca se publican más libros que en Cantabria.

– Solicitar un número de ISBN pidiéndolo por correo postal a la Agencia Española del International Standard Book Number,





o sea, una especie de matrícula internacional que este organismo nos remitirá en un sobre prefranqueado por nosotros mismos que incluiremos dentro del sobre de nuestra solicitud. Tardan casi dos meses en contestar porque están hasta arriba de trabajo. Así cualquier guiri sabrá lo que se publica en España o al revés.

Nos dieron el número 978-84-612-1902-5. 978 quiere decir que es un libro, 84 que se publicó en España, y el resto son la clave del editor y los dígitos de control.

4. Buscar fotocopiadora

La gente con clase deja sus folios originales a su secretario y éste lo lleva a una editorial de renombre para que se encarguen de todo. Pero los de barrio tenemos que buscarnos nosotros mismos la imprenta, palabra grandilocuente que engloba también a las típicas fotocopiadoras que ahora se llaman imprentas digitales que hay en cualquier calle de al lado de cualquier campus universitario.

Con nuestro CD o lápiz de memoria en el bolsillo entregaremos la maqueta del trabajo al que cuidadosamente le habremos escrito lo que se llama el pie de imprenta, es decir, todas esas frasecitas en letra pequeña que hay detrás de la portada de un libro llena de números, direcciones y cosas legales.

Ahí escribiremos esencialmente esto:

– Número de edición (1ª, 2ª...) y reimpresión (1ª, 2ª...) de que se trate y si lleva mención (corregida, aumentada...). Se puede añadir la fecha de cada cosa.
– Los números que nos dieron provisionalmente en el Depósito Legal y el ISBN
– La expresión © Copyright y nuestro nombre o seudónimo, si la hemos registrado
– La expresión Prohibida la reproducción total o parcial
– La expresión Impreso en España / Printed in Spain
– Datos de interés como la dirección de la imprenta, número de serie de la máquina empleada, nuestros datos personales o profesionales...

Con todo ello resuelto, nos imprimirán los ejemplares que les pidamos en el formato elegido, normalmente el DIN A5 (148 x 210 mm) o el DIN A4 (210 x 297 mm).



Todo eso nos lo llevamos a casa si no queremos dejarnos un pastón en que nos lo encuadernen porque suele valer más ese trabajo que la impresión en sí.

Pediremos que nos impriman también las cubiertas en cartulina de 300 g/m2 (en cuya parte trasera pondremos de nuevo el número de ISBN)



y otras pequeñas partes del libro si las vamos a necesitar, como por ejemplo las guardas de cartulina de 160 g/m2 (la primera y última hojas más duras en contacto con las cubiertas), así como páginas de colores.



5. Alzar el interior. Lo más artesanal.

Pertrechados de tiempo y paciencia haremos todo lo que se explica tantas veces como ejemplares vayamos a elaborar.

Hay que diferenciar claramente entre texto y separatas.



El texto es el libro en sí. Lo que constituye su parte principal. Hay que declarar a la administración su número exacto de hojas, tamaño, tipo de técnica de impresión, si lleva gráficos, etc. Sin embargo, las separatas son los pequeños añadidos que cada vez que encuadernamos podemos incluir como obsequio al lector, como publicidad, fe de erratas, promociones...

Los primeros ejemplares de Enciclofurgo que se hicieron en los primeros meses llevaban la versión 1.0 de separatas con ocho páginas de regalo explicando bricos que habían aparecido en la web con posterioridad al cierre de la edición. Por ejemplo, en los que estamos enviando estos días, ya se incluye la versión 1.1 con veinticuatro páginas en lugar de ocho.

Para diferenciar claramente las separatas del texto, se situan al final, después del índice, con numeración distinta y separadas con una hoja de color marrón asalmonado. Lo que va a continuación es la contraguarda, o sea, la guarda de cartulina que cierra el libro antes de la contracubierta.



El texto en sí se abre en abanico y se le intercalan diez separadores de colores (en orden del espectro visible) para marcar los cambios de capítulo más fácilmente.



Para terminar el alzado o montaje del interior del libro por la parte anterior al texto, si se desea, se inserta alguna página de publicidad especial para un cliente (ésta es concretamente para el pedido de Mercedes-Benz) y se tapa con la guarda de cartulina de 160 g/m2. No olvidaremos poner por abajo el bloque de las separatas.



La función de las guardas es permitir que las grapas aprieten con fuerza el interior del libro pero evitando que se desgarre la primera hoja que se reblandecerá inevitablemente con la cola al añadir la cubierta.

6. Encuadernar: el trabajo duro.

Nos armaremos en primer lugar de una pieza de madera en ángulo recto con topes que nos sirva de bastidor para que al coser las hojas con grapas no se nos desplaze el taco de papel hacia un lado y por tanto el resultado sea un paralelepípedo distinto del recto rectángulo.



También nos haremos con una grapadora de impacto eléctrica de la mejor calidad posible. Ésta es una virguería por menos de 70 € en Leroy&Merlin.



Entonces, utilizando grapas de las admitidas por la máquina y de la longitud que esté en consonancia con 2/3 de grosor del libro en milímetros aproximadamente,



coseremos con cinco golpes por cada lado el taco de hojas alzadas apoyándonos muy bien en el bastidor que fijaremos previamente al banco de trabajo. Hay que aproximarse lo más posible al futuro lomo (6-8 mm), pero no tanto como para que las puntas de la grapa asomen por error por él o permitan que se rasgue el papel en la arista.

Como la grapa sólo alcanza 2/3 del grosor, ninguna de las aplicadas por un lado asomará por el otro, mientras que el centro del taco será armado por el tercio distal de cada grupo de grapas y no se reventará nunca por más que lo despatarremos.









Con regla y el dorso de un cutter marcamos una hendidura paralela a unos 15 mm del borde del lomo por las dos bandas, apretando lo justo para que trace pero no corte ni la guarda ni la contraguarda.



Esto nos facilitará viciar un poco las diez o quince primeras páginas de cada extremo para que, una vez terminado el libro no se tienda a arrancar la cubierta por donde la encolemos, sino que doble con soltura.



Partiendo de cualquier cubierta de 300 g/m2 dada la vuelta, trazamos en su centro dos hendiduras paraleras con la misma técnica de antes separadas tantos milímetros como grosor tenga el interior del libro.



Lo cual nos va a permitir dos cosas: que podamos doblar las tres secciones cubierta-lomo-contracubierta con facilidad



y que por el lado visto no nos queden grietas en la capa de tinta de la imagen que hayamos imprimido.

Ahora sólo hay que repartir cola blanca de carpintero (3 €/Kg)



en un zig-zag fino por los 15 mm del interior de cubierta y contracubierta más proximos a cada hendidura. Sin embargo, a unos 15 mm del final de cada extremo del interior del lomo, pondremos un cordón grueso





con el fin de que al cerrar el paquete queden bien sellados los finales de cabezada.



Durante una hora aproximadamente mantendremos prensado el conjunto



para volverlo a llevar a la fotocopiadora donde nos lo guillotinarán por los tres lados abiertos y, si deseamos, nos redondearán las esquinas. Lo cual, aunque encarece el precio final, da un gran valor añadido a los libros porque no se estropean por ahí, como las guías de viaje.



Una vez terminado todo este proceso, si fuera necesario en algunos ejemplares, pondremos con el dedo una pizca de cola blanca en la zona de la cabezada por si ha quedado alguna coquera o hueco sin rellenar por la cola.





Con lo que nuestro ejemplar estará listo para ser usado. Y sin miedo de que se desencuaderne por abrirlo demasiado.



7. Publicar el libro.

Como su nombre indica, publicar es facilitar que cualquier persona gratuita y libremente acceda a los contenidos de lo que queremos hacer público.

Las comunidades autónomas tienen transferida del estado esta competencia y se encargan de que se cumpla del todo. Por eso, una vez que hemos hecho los ejemplares deseados, hay que regalarle cinco al resto de nuestros conciudadanos.

Simplemente, nos volvemos a dirigir a la misma oficina donde hicimos la prepublicación y hacemos entrega de ellos. A cambio nos dan definitivamente la documentación con nuestros números de registro de Depósito Legal, puesto que hemos depositado lo que exige la ley.

Esta oficina mandará uno a la biblioteca pública del estado de nuestra capital de provincia, otro a la de la comunidad autónoma, otro al almacén del ISBN y dos a la Biblioteca Nacional de España, de los que uno será para el depósito general y otro para la sala de lectura.

En unos ocho meses nos llegará a casa un oficio del Registro General de la Propiedad Intelectual otorgándonos (o denegándonos o pidiéndonos más datos...) la propiedad y los derechos que tenemos sobre la obra, con lo que terminará completamente eso que se conoce como publicar un libro.

No es difícil, pero tampoco fácil.















O más cómodo: